Cerrar

Volver a la sección BizMagazine

En el área de Start-up & Business Innovation Arena se analizó la necesidad de colaboración entre las universidades y el talento tecnológico para afrontar los nuevos retos de la deep tech.

“Si una start-up tiene suficiente capital, puede romper un sector tradicional”. Con esta cita de Douglas Rushkoff, escritor, columnista y profesor de cultura virtual norteamericano, se iniciaba una mesa redonda en el área de Start-up & Business Innovation Arena del BIZBARCELONA en la que se plantearon fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas de la deep tech en nuestro país. Bajo el título ‘Deep Tech, cómo las universidades responden a los retos de la sociedad y la empresa’, varios ponentes procedentes de universidades catalanas pusieron sobre la mesa factores como las singularidades de la tecnología profunda, la falta de financiación, la necesidad de políticas públicas y el potencial del sector.

‘Deep tech’ para transformar un territorio

“Yo la defino como una tecnología poderosa, profunda y sofisticada con un impacto significativo en la sociedad”, comenzaba Pere Condom-Vilà, de la Universitat de Girona (UdG). Aunque sus timings de maduración son más lentos y requiere una gran financiación para ser desarrollada, la conferencia ilustró cómo potenciar la deep tech desde las universidades puede convertir territorios completamente agrícolas en centros tecnológicos, como es el caso de Silicon Valley.

“La universidad crea empresas y, en este proceso, convierte la ciencia en tecnología”, afirmaba Condom-Vilà. “La ciencia también crea fábricas y, por tanto, puestos de trabajo dentro del mercado”. El ponente puso en valor los requerimientos y las especificidades de estas tecnologías, diferentes del resto del emprendimiento, y destacó la importancia de defender la financiación de la ciencia, actualmente infravalorada.

Potencial tecnológico para explotar

Albert Domingo, de UPF Ventures, abría la mesa redonda explicando la rentabilidad a largo plazo de la deep tech: “La tecnología puede tardar 10 años en ser un producto. La universidad le acompaña en este proceso y le ayuda a hacer el salto para acortar el plazo. A menudo, reducimos una década en 2 o 3 años”. El ponente también hizo un llamamiento a defender y proteger las start-ups, impulsando una regulación que garantice fondos 100% europeos y evitar así que países como EE.UU. o China monopolicen la financiación.

Manel Arrufat, de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) apoyaba esta visión: “No hay una apuesta de país para que seamos deep tech. Necesitamos políticas públicas que apoyen nuestra materia prima. Nos lo tenemos que creer, porque tenemos buena ciencia”. El ponente también hizo énfasis en la integración de diversos perfiles profesionales en las universidades para ayudar a los grupos de científicos a tener una visión de mercado y encajar la deep tech en el sector empresarial.

Nuevas soluciones contra la COVID-19

Una segunda mesa redonda, también celebrada bajo el mismo título que el anterior en el área de Start-ups & Business Innovation Arena, expuso cómo la innovación tiene un papel fundamental en esta crisis sanitaria propiciada por la COVID-19, a través de iniciativas reales que están dando respuesta a necesidades actuales. Daniel López Codina, de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), explicaba como la matemática epidemiológica ha estado presente en los medios de comunicación estos últimos meses y ha colaborado con las autoridades sanitarias para responder, por ejemplo, a las dudas sobre los cribados masivos o la vuelta a la escuela.

Otras visiones interesantes fueron la de Sandra Acosta, también de la UPF, que puso en valor la capacidad de mutar de los científicos para ser útiles a la sociedad en situaciones como la actual, o la de Pere Puig, de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), que expuso el método de Groupalia testing de Dorfman, aplicable a la realización de test COVID-19 masivos.

Contenido ofrecido por BIZBARCELONA