Una situación complicada, personal o profesional, puede ser el impulso necesario para iniciar un proyecto que resuelva un problema y, al mismo tiempo, te ayude a ti y a otras personas a superar esta situación. Así nacen las empresas sociales, que dan respuesta a una necesidad (social, económica o medioambiental) con un doble propósito: tener un impacto y obtener una rentabilidad. |
Pero ¿por dónde puedes empezar un proyecto con propósito social? Patricia Ripoll, fundadora y presidenta de la Fundación Visible, explicó su experiencia en el último Bizbarcelona, en una sesión organizada por ESIC Business & Marketing School, y te puede dar pistas sobre por dónde empezar. El suyo es el ejemplo de un proyecto nacido desde una necesidad real.
Visibilizar las enfermedades para ayudar a las personas Patricia sufre migraña desde los 7 años y durante mucho de tiempo la enfermedad le impidió hacer vida normal. La vivió como un tabú hasta que la situación se volvió insostenible. En un momento dado, decidió darle la vuelta y cambiar la manera en que se relacionaba con la enfermedad. Se formó en educación a pacientes y también sobre la migraña, y empezó una labor de divulgación. Esto no le curaba, pero le ayudaba a sí misma y a su entorno a entender mejor la enfermedad y además a otros pacientes como ella. Al darse cuenta de que personas con otras patologías tenían las mismas dificultades en su día a día, también invisibilizadas, creó la Fundación Visible. Su objetivo es identificar todo aquello que no se ve para compartirlo y visibilizarlo, y liderar el esfuerzo para cambiar esta situación. ¿Cuáles son las claves para lanzar una empresa social? En Bizbarcelona compartió algunos de los aprendizajes que ha adquirido durante el proceso de creación de la fundación. Te destacamos cinco que te pueden resultar útiles: 1. La rentabilidad económica es necesaria para escalar. Una actividad empresarial, sea del tipo que sea, tiene que proporcionar resultados económicos. “La rentabilidad es necesaria para poder llegar a más gente, escalar y continuar |
con nuestra actividad. Si nos olvidamos de la rentabilidad, el proyecto estará abocado al fracaso y, por lo tanto, no impactará ni escalará como deseamos”, explicaba Patricia.
2. El auténtico medidor de tu valor es el retorno social de la inversión (SROI). ¿Cómo impacta en las personas la inversión que has realizado? ¿Qué impronta deja en ellas? ¿Generas un cambio? Esta metodología tiene en cuenta las opiniones de las partes interesadas y asigna valores financieros a impactos identificados por estas partes, que normalmente no tienen un valor económico. 3. No trabajes solo: la colaboración es imprescindible. “Este es uno de los grandes aprendizajes del emprendimiento en general, pero sobre todo del social. Acompáñate de otras personas y entidades que tengan un propósito similar, déjate ayudar por los ecosistemas que existen y ábrete a la colaboración. Crecerás y llegarás mucho más lejos”, afirmaba Patricia. 4. Toma conciencia de los efectos positivos y negativos de tus actos. Reflexionar sobre lo que estás cambiando y para quién. Tienes que saber que estos cambios pueden tener los efectos positivos que esperabas, pero también otros negativos. 5. No intentes cambiar el mundo; empieza mejorando la vida de unos cuántos. A menudo buscamos el éxito inmediato y llegar a mucha gente, pero dirigir una empresa no es un camino fácil ni rápido. Lo más importante es tener un propósito real con el que sentirte cómodo. Mejorar la vida de una persona puede ser un comienzo, y es casi seguro que poco a poco irás mejorando la de otras muchas. “Roma no se construyó en un día, y cambiar la vida de la gente tampoco”, concluía Patricia. |